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Mostrando entradas de 2012

Amor, colega, amor

Estamos llegando al futuro. 2013 siempre me ha sonado a cosa interestelar. Supongo que nadie se lo había imaginado así. Los coches siguen sin volar y todavía no comemos a base de pastillas, sino de platos de cocido y macarrones a la boloñesa –los que tienen la suerte de poder comerlo–; eso sí, algunos frigoríficos ya hablan y muchas máquinas rigen nuestra vida. Pero el problema sigue siendo el mismo de siempre: la cosa está mal repartida. Unos tienen mucho y otros apenas tienen nada. Y lo peor es que esto no sólo ocurre con el dinero. Quizá eso sea lo más grave. Hay quien apenas tiene amor. O quien tiene demasiado odio. Esta es la catástrofe, la clave de todo lo demás. Y por eso el mundo es injusto. Porque algunos no han aprendido a amar. Así que este es mi único deseo para el año que comienza: que amemos un poquito más. Lo mismo esto suena demasiado cristiano y se parece de modo siniestro a los tuits del Papa y a las cosas de Paolo Coelho. Pero al fin y al cabo, si lo pensamos bie

Jan Fabre y el retorno de la belleza

Hace tiempo que quería escribir esta entrada. Lo he ido dejando por muchas razones. Hace dos meses fui a Bruselas a ver la exposición de Jan Fabre . Pocos artistas me gustan más que él. Pero no encontraba la forma de afrontar una post sobre su obra. He estado pensando por qué, y al final he llegado a la conclusión de que si cuesta trabajo hablar de su obra es porque pone en jaque el discurso del crítico, especialmente la tendencia que tenemos los críticos a situar a los artistas en estilos, tendencias, movimientos o preocupaciones comunes. Y es que muchas veces necesitamos presentar mapas y cartografías de lo que sucede para poder aclararnos. Problemas, centros de tensión, modos de hacer… Sin embargo, muchas veces esos mapas dejan cosas fuera. Y en el arte contemporáneo nos encontramos con toda una serie de figuras que escapan de cualquier definición, que son como el mercurio, imposibles de atrapar, de definir, de meter en lugares para su estudio. Artistas que están más allá del tiem

Seis años, y un origen.

Hoy hace seis años que comencé este blog. 29 de diciembre de 2006, lejos ya. La primera entrada la titulé "Buen comienzo, mañana más". Y su contenido era una cita de E. M. Cioran: "Podemos imaginarlo todo, predecirlo todo, salvo hasta dónde podemos hundirnos". Nada más. La cosa parecía empezar, pues, con mal agüero, casi como una especie de crónica del hundimiento y la caída al fango. En seis años ha habido de todo, pero, más que de un hundimiento, muchas veces el blog se ha convertido en una herramienta para salir a flote, una especie de salvavidas digital, intangible, al que me he podido ir agarrando para aclarar ideas y saber lo que realmente pensaba. Los primeros años del blog fueron, sin duda, los mejores. El blog antes de Facebook y Twitter. Antes de el microblogging y las comunidades digitales. En aquellos años, creo que de 2006 a 2010, en el blog había de todo. Fue realmente un no(ha)lugar, un espacio en el que se situaba todo lo que no cabía en otros text

Tocarse con el lenguaje

–¿Qué, cómo llevas las vacaciones? –¿Vacaciones? Eso quisiera. No hay manera de cerrar nada. Mil textos me acosan, y a mí ahora solo me apetece leer. –Pues lee, colega. –Eso quisiera, pero leyendo me siendo culpable. –¿Por? –Por no escribir. Culpable por no escribir. –Hay tiempo para todo en esta vida. Hay momentos en momentos en los que uno tiene que leer, sí o sí. Si no, ¿cómo vas a poder escribir algo en condiciones? –Tienes razón. No se lo digas a nadie, pero, ¿sabes algo? Creo que soy mucho más lector que escritor. Al final escribo cuando no tengo más remedio. Y cuando escribo siento que debería estar leyendo, que se me está escapando algo. Es como hablar y escuchar. Cuando hablas demasiado no escuchas a los demás. Y por lo general los demás tienen mejores cosas que decir que uno. –Te entiendo. Pero hay que guardar un equilibrio. A veces tienes que decir tú también. Imagino que habrá cosas que necesites decir y que no encuentres quien las diga, o al menos que las diga como

Nostalgia de la melancolía

Debería sentir nostalgia. Y en cierto modo la siento. Es una emoción extraña. Nunca me ha gustado la Navidad. De niño, siempre me recuerdo renegando por los rincones. La casa se llenaba de gente. Venían todos mis hermanos, y mis cuñadas, y mis sobrinos. Después, el estrés de la cena. Mi madre preparaba todo con esmero. Desde bien temprano. Al final, acababa llamando por teléfono al bar porque mi padre y mis hermanos seguían allí aún prolongando el almuerzo. Ellos siempre llegaban tarde. Pero no había enfados. O si los había, yo no me enteraba. Todo se hacía de buenas maneras. Mi padre llegaba siempre contento. En todos los sentidos. El vino siempre le sentaba bien. Sacaba la pandereta grande y nos llevaba a cantar junto al belén. Después, en la cena, contaba chistes sin parar y yo tomaba buena nota de ellos. Era granadino. Y tenía más gracia que muchos de los que salen en la tele. Todo era maravilloso. Ahora lo sé. Era maravilloso.  Pero por alguna razón, en aquellos momentos yo esta

Mis tres libros

Como no podría ser de otro modo, llega la hora de la listas de los mejores libros. Yo solo puedo hablar de lo que he leído. No puedo ser más subjetivo en esto. Y aunque son muchísimas cosa las que me han gustado y me han parecido interesantes, me quedo con tres. Lista corta. Tres librazos. Libros de esos que a uno le gustaría haber escrito. Libros que, sin embargo, tristemente, uno sabe que jamás tendrá la capacidad de escribir. 1. Aprender a rezar en la era de la técnica , de Gonçalo M. Tavares (Mondadori) 2. Medusa , de Ricardo Menéndez Salmón (Seix Barral) 3. Un buen chico , de Javier Gutiérrez (Mondadori) Hay muchas más cosas que me han parecido muy buenas. He disfrutado con un sinfín de lecturas. Podría hacer una lista más larga. Pero si me pongo a pensar seriamente en los libros que me han marcado este año, creo que son estos tres. El libro de Tavares y el de Menéndez Salmón tienen mucho en común –siempre me ha parecido que estos dos escritor

Ola k ase? Corrigiendo galeradas

–Ola k ase? –Pues aquí, corrigiendo las pruebas de la novela. –Y komo lo yevas? –No demasiado mal. Aunque ahora todo me acojona un poco. –Normal, colega. Mazo de responsabilidad, k no –Es que ahora me da el miedo escénico y ya no me fío de nada de lo que he escrito. Leo las frases en voz alta para buscar el tono perfecto y la palabra justa y todo me suena mal. –Ya te digo. –Es verdad. Es como cuando te pones a repetir la misma palabra muchas veces y deja de tener sentido. –Jamón jamón jamón jamón jamón jamón... ostia tú, pues es verdad. –Claro. Eso es lo que me pasa. Todo me suena extraño y ortopédico. –Orto ké? –Ortopédico. Sí, artificial, como si todas las palabras no fueran más que palabras. ¿Sabes una cosa? –What? –Me gustaría que la novela se publicara traducida. –¿Mande? –Sí. Me doy cuenta de que me gusta más lo que digo que cómo lo digo. Y pienso que en francés o inglés, o en cualquier otro idioma, todo va a sonar mucho mejor. No sé por qué pienso esto, pero me vi

Una Navidad de muerte

Acaba de llegar a casa Una navidad de muerte , el libro de relatos de terror navideño que ha coordinado Jorge Barco para la editorial Origami. Ha sido todo un placer colaborar en esta antología, sobre todo porque hay en ella autores de verdad que ya llevan una larga trayectoria "cuentística". Yo soy más bien un advenedizo que se acerca por primera vez al terror con un pequeño relato, "Compañía", sobre una ouija realizada en Nochebuena. No sé lo logrado que está el cuento, pero lo cierto es que me ha encantado la experiencia. Confieso que pasé miedo escribiéndolo y que alguna noche me tuve que ir a la cama acojonadito antes de tiempo. Os paso el enlace a la página de  Origami  y os dejo las fotos de la portada, el índice y la primera página de "Compañía". Creo que merece la pena hacerse con el libro y pasar miedo esta navidad. Es lo que pega en estos tiempos jodidos.

Decir No

Mis queridos amigos, lo digo una y otra vez, me lo propongo, lo intento, parece que lo hago, pero al final siempre acabo cayendo y me lleno de cosas que no me dejan un minuto libre. Luego lo escribo aquí, me quejo, escribo que ya no voy a aceptar nada, ningún encargo más, nada, por muy apetecible que sea. Pero esta vez va en serio. Y va porque es un propósito del nuevo año que comienza ya. Porque  si entrego y hago todo lo que tengo que hacer y entregar en diciembre habré trabajado y dejado cosas hechas para todo el año siguiente. Y lo digo, lo escribo, lo prometo, lo juro y lo rejuro: un año entero sin aceptar nada, nada más. Lo siento. Quiero comenzar a escribir mi nueva novela. Quiero terminar las cosas por las que me va a juzgar la ANECA, las cosas de los sexenios y esas mierdas, que luego todos los textos de catálogos, artículos y conferencias están muy guays pero ellos se los pasan por la entrepierna. Tengo que ser práctico. Si no me adelantan por todos los lados mientras yo me c

Historia del arte crítica (reprise)

Hace unos años, en abril de 2009, después de un debate en clase, escribí aquí un pequeño post sobre la noción de "Historia del arte crítica". Hoy, cuando algunos se esfuerzan en decir que lo que uno hace no es Historia del Arte sino crítica de arte –o ni siquiera eso, sino una confusión de ambas; como si se supiera claramente qué es Historia del Arte o cuáles son las fronteras que delimitan una cosa de la otra–, me parece oportuno rescatarlo y copiarlo aquí tal cual: Comienzo las clases de historia del urbanismo. Apenas tengo un mes para hablar de la ciudad moderna y contemporánea. Me temo que, como siempre, vamos a avanzar poco. Esta mañana, sin ir más lejos, ya nos hemos enzarzado en la primera discusión que nos ha llevado toda la clase. Hemos debatido en torno a la noción de “historia del arte crítica”, que yo tomaba, más en el término que en la formulación, del libro de Michael Podro ( Los historiadores del arte críticos ). Al hablar de relación entre el espacio y lo

La realidad es una performance macabra

Seguimos estando en el mismo lugar. La realidad es una performance macabra. Jóvenes palestinos descubren a un compatriota colaboracionista, un espía de Israel. Aquiles venga a Patroclo y arrastra el cadáver de Héctor por la ciudad. Hacer ver la muerte. Convertir el cuerpo en tierra. Más allá del Polvo eres y en polvo te convertirás. Eres barro, suelo, piedra, bajeza, y a ese lugar has de volver. En ese momento, alguien reclama para sí la cualidad de sujeto, la superioridad de la fuerza y la plenitud frente a la del cuerpo horizontal, que queda a su merced. Pero ese mismo ser humano, al reclamar su humanidad sobre la carnalidad pura del cuerpo convertido en materia inerte, al elevarse sobre ella, se convierte en el animal más aborrecible del cosmos, el único capaz de matar dos veces, de denigrar la memoria, de profanar aquello que ya ha sido profanado. Es el ser humano. Siempre ha sido así. Esa mierda está dentro de nosotros, incluso de los más civilizados. Lo queramos o no. Ver

Escribir sin autoridad

El viernes pasado presentamos en La Central del Reina Sofía Materializar el pasado. El artista como historiador (benjaminiano). Fernando Castro hizo una lectura seria y profunda del libro, pero también crítica con algunos aspectos. Una lectura que agradezco mucho y que me ha hecho plantearme algunas cosas que me gustaría compartir aquí. Hablo de Benjamin, pero ni mucho menos soy un experto en Benjamin. Hay mucha gente estudiando toda su vida al pensador alemán y yo soy apenas un advenedizo en este campo –por mucho que lleve ya un tiempo convertido al "benjaminismo"–. Y lo mismo pasa con la teoría y filosofía de la historia: soy un recién llegado al campo, que me he sorprendido con muy gratamente con los debates teóricos de la disciplina; debates sobre cómo hacer, contar y materializar el pasado que pueden ser importantes para el arte, tanto para la Historia del arte como para la producción artística. Y en última instancia, tampoco soy yo un experto en arte español contempor

Eso haré

–¿Y si digo que últimamente sólo leo narrativa y que, con la excepción de algún texto de encargo, no me apetece escribir ensayos? –Quedas mal. –¿Por qué? –Porque sí, ¿es que no lo ves? Eres profesor, y crítico, te dedicas a eso. –Ufff, pero es que me interesa más lo que dicen los escritores que lo que dicen los artistas. –No me lo creo. –Es raro, lo sé. No es que ya no me interese el arte. Es que parece que sólo me interesa a través de la literatura. –A ver, explícate. –Pues eso, que parece que necesito el filtro de la escritura para que me interese lo que los artistas visuales quieren decir. Es como si la narrativa me hubiera atrapado. Me interesan las historias que me cuentan las novelas. Más que la teoría que me cuentan los ensayos. O incluso más que las imágenes que me ofrecen algunos artistas. –Ya veo. –Es como si estuviese virando hacia otro lugar. –¿Como si cambiaras de campo? –Quizá. –¿Como si en el fondo estuvieses pasando de la Historia del Arte a la Literatura?

La felicidad y lo posible

Queridos amigos, estoy muy contento. Mucho. Algunos lo sabéis ya: mi primera novela, Intento de escapada , será publicada por Anagrama en el primer trimestre del año que viene. Y, además, ha recibido una mención especial del jurado del XXX Premio Herralde . Os podéis imaginar el subidón. No creo que haya droga natural ni de diseño que iguale esto. Lo de la mención, desde luego, es fantástico. Y que suceda un año en el que el premio va para dos escritorazos como Juan Francisco Ferré y Sara Mesa, ganador y finalista, me alegra aún más. No imagino compañía mejor. Aún lo estoy asumiendo. De todos modos, el verdadero premio para mí es publicar en Anagrama. Y eso sí que me da vértigo. Poder estar en el mismo catálogo en el que han publicado Vila-Matas, Bolaño, Chirbes, Piglia... la mayoría de los escritores que más admiro es algo que está, incluso, más allá de lo soñado. Más allá, es cierto; pero, curiosamente, también más acá. Porque mentiría si dijera que, por muy inalcanzable que la c

Parecidos razonables

Imagino que ya os habréis dado cuenta, pero Jeff Daniels en Looper es clavadico a Slavoj Zizek. Si acaso, se diferencian en el acento.

Morando la moratoria

Llevo varias semanas sin parar de escribir introducciones de catálogo y "textículos" varios. Casi voy a uno por día. Las fechas de entrega se me montan unas sobre otra y ya hace mucho tiempo que no cumplo un deadline. Vivo en medio de una moratoria infinita. La mayoría de mis mails son para pedir, por favor, un día más, dos, tres... una semana y me das la vida, que no llego por mucho que quiera. Pido una semana y digo que se me ha atragantado el texto cuando, en realidad, aún no lo he empezado porque estoy acabando el anterior, que también he comenzado justo en el momento en el que expira la fecha de entrega. Así voy entregando cosas, en un solapamiento continuo. Más que trabajar contrarreloj, esto es trabajar en tiempo de prolongación. Soy un morador de la moratoria. Y lo peor no es eso. Lo peor es que más del noventa por ciento de las cosas que me angustian son encargos que me debería quitar de encima. Textos o conferencias que realmente me interrumpen de lo que tendría

Book trailer

A pesar de mi timidez enfermiza, me dejé liar por los editores de Micromegas para hacer este pequeño book trailer sobre Materializar el pasado. El artista como historiador (benjaminiano) . Lo dejo aquí por si sirve para algo.

Palabras a pesar de todo. Una lectura de "Medusa", de Ricardo Menéndez Salmón

Publicado en Salonkritik No es la primera vez que se habla aquí de las relaciones entre la literatura y el mundo del arte contemporáneo. En los últimos años, un número creciente de autores han observado las potencialidades de este ámbito como un campo de problemas lleno de caminos y líneas de reflexión. Las maneras en las que dichas contaminaciones se han producido son tantas que sería imprudente siquiera enumerarlas aquí. Aun así, entre todas ellas, parece necesario distinguir al menos tres modalidades centrales de aproximación al arte por parte de la literatura: una aproximación temática, que sitúa al arte como escenario de la trama; una aproximación procedimental, que traspasa algunas de las ideas y modos de hacer del arte al campo de la literatura; y otra, menos evidente, que observa los modos en los que el arte se hace eco de ciertos problemas contemporáneos y mira de reojo su tratamiento. En el primer caso, esta relación aparece de modo contenidista. Es lo que ocurre, por

Medium

–¿Estás aquí? –Sí, aquí estoy. –No te oímos. Si estás aquí manifiéstate. –No tengo derecho a hacerlo. –Miguel, haznos alguna señal. –Están prohibidas las señales no constitucionales. –Por favor, Miguel, manifiéstate. –Que no puedo, coño, que no puedo. –Miguel, ¿nos escuchas? –Que sí, cojones. ¿Es que no sabéis a manejar la maldita ouija? –Miguel, si estás ahí, manifiéstate, que somos compañeros. –¿Compañeros? Eso lo podíais haber dicho antes. –¿Papel higiénico? Mierda. ¿Pero qué haces? ¿Pero esto qué es? ¿Pero esto qué es?... –De parte de vuestros muertos.

Materializado, por fin

Ya está aquí, próximamente lo encontraréis en las librerías y ya está disponible en la web de la editorial Micromegas . El lunes de la semana que viene, a las 20:00h, tendremos la presentación en el Museo de Bellas Artes de Murcia , con Juan Antonio Suárez y los editores. Invitados estáis.

Los peores libros

Me acabo de dar cuenta de que en mis estanterías sólo hay libros malos. Los peores de cada escritor. ¿Por qué? Muy fácil. El resto los he dejado y los he perdido para siempre. Me jacto de tener todos los libros de Paul Auster, de Vila-Matas, de Cioran, de Thomas Bernhard, de Slavoj Zizek, de Georges Didi-Huberman, de Mario Bellatin, de Ricardo Menéndez Salmón, de Gonçalo Tavares... Si un autor me gusta, intento tener todo lo que ha escrito; y leerlo, por supuesto. Y, claro, no todo siempre es igual de bueno. A veces, las obras maestras son tres o cuatro, o una. Y el resto complementa, ayuda o contribuye a formar la obra del escritor. Pero a mí no me importa leer textos menores. Leo autores, no libros. Además, a veces incluso llego a empatizar más cuando leo los libros malos de los buenos escritores; es como si viera sus debilidades y los pudiera tener más cerca. Casi –lo confieso– disfruto viéndolos caer en el fango, porque de algún modo siento que allí puedo acompañarlos. Sin em

Contar cosas

–No debería uno contar nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el... –¡Cierra la puta boca! –Perdón, es que a veces me sale escribir como Marías. –Anda y vete a ver The Wire antes de que te dé dos hostias. –Pues sí que estamos bien, vaya deriva que ha tomado el blog. –Tú mismo.

Sobre Cage en Medellín

Aquí os dejo la conferencia que impartí en Medellín sobre John Cage, el silencio y el arte antivisual. Es una introducción mínima a la cuestión, y muchos de los puntos tan solo están esbozados para trabajarlos con detenimiento en el texto que entregaré a los organizadores. La conferencia formaba parte del homenaje a Cage que ha dirigido y organizado durante todo el año Lucrecia Piedrahita en varias sedes de la ciudad de Medellín. En particular, se encuadraba dentro de un encuentro que pretendía explorar el lugar de Cage en el arte experimental. Como muestra,  aquí  va también un link al texto de Guillermo Vanegas, otro de los ponentes, que presenta una panorámica bastante incisiva de por dónde fueron algunas de las ponencias. Miguel Ángel Hernández - Silencios de la mirada from Museo de Antioquia on Vimeo .

Conversación sobre nada

–Oye, ¿qué pasa con tu blog que no escribes nada nuevo? –No sé, empiezo a pensar que no tengo mucho que decir. –Se te ha secado la imaginación. –Eso es. No encuentro nada nuevo que escribir. –Pues haz como antes. Relata tu experiencia. –Me resulta difícil. –¿Es que ya no te ocurren cosas o es que no quieres contárnoslas? –No eso. Me ocurren muchas, como a todos. De hecho, esta semana pasada ha sido dura. Cosa rara. Estuve en Medellín, donde disfruté hablando de John Cage y el silencio y conocí a gente estupenda. Pero a la mitad me tuve que venir corriendo. –¿Y eso? –El padre de womahn murió de repente. –Qué putada. Lo siento. –Ya ves, qué te voy a contar a ti que no sepas. La vida es tan cabrona a veces. Además, iban las cosas demasiado bien. –¿Y eso qué tiene ver? –Qué se yo, a veces piensa uno que cuando todo va perfecto, mejor incluso de lo que debería, el universo tiende a regularse y a buscar el equilibrio. –Eso es una gilipollez. –Lo sé. Pero no puedo dejar de pens

En capilla

Ha costado más de lo previsto, pero  Materializar el pasado  está ya en capilla por fin. Esta semana entra en imprenta y en menos de un mes lo tendremos en las librerías. Lo que iba a ser un ensayo mínimo al final se me ha ido de las manos, aunque ha quedado un tamaño que creo que está muy bien. Ciento treinta y dos páginas. Ni tocho ni  raquítico.  En cuanto salga, colgaré aquí la introducción y comenzaré a dar la brasa seriamente. Mientras tanto, os dejo estas fotos cutres de las galeradas. 

Tristiano

Imagino que alguien que no tenga qué llevarse a la boca y lo haya perdido todo también se indignará cuando alguno de nosotros digamos que estamos tristes (nosotros, con nuestros iPhones, coches, bicicletas, tarifas planas y el frigorífico cargado de ricos productos Hacendado). El problema no es que Cristiano Ronaldo esté triste –claro que puede estarlo, como todos nosotros; no vamos a descubrir ahora que el dinero no da la felicidad; quizá Ronaldo no sea más que otro pobre hombre que sólo tiene dinero y éxito profesional–. El problema es que su tristeza tenga alguna importancia y sea noticia. El problema no es otro que la legión de gilipollas –los medios, especialmente– que lo convierten en algo más que un señor que da patadas a un balón –aunque lo haga como los mismísimos ángeles–.

Retratos públicos y prácticas zombi

Creo que es Ulrich Beck el que ha hablado en más de una ocasión de categorías zombis. Conceptos, instituciones y prácticas que son una especie de eco de otro tiempo y que, sin embargo, siguen actuando de forma residual. Hace unos días, El País publicaba un artículo sobre los retratos públicos y lo costoso que nos sale a los ciudadanos esta tradición obsoleta. Muchas de las cifras de los retratos son vergonzosas –incluso aunque no estuviéramos en crisis–, pero no por el precio en sí de los cuadros –nunca un cuadro de Antonio López fue tan "económico" como el retrato de Álvarez Cascos– o incluso de las fotografías –el retrato de Manuel Marín no es sustancialmente más caro de lo que habitualmente suelen ser las fotografías de Cristina García Rodero (21.000 euros)–, sino más bien por la función y todo lo que significa esta tradición del retrato público. Una práctica que ya no tiene sentido alguno en un tiempo como el presente –donde la memoria gráfica de la época ya no tiene que

Imaginación y realidad

Ayer estuve con mi sobrino de cuatro años jugando un rato con los muñecos que le habían regalado por su cumpleaños. Sobre la mesa estaban Bella, la Bestia, Cenicienta, el Príncipe, Rapunzel, el Rey León, Simba y un largo etcétera de personajes de cuentos y dibujos infantiles. Durante bastante tiempo imaginamos conversaciones entre los muñecos y estuvimos fantaseando con ellos. Reconozco que me fue un poco la mano pervirtiendo las historias y contando nuevos desenlaces. Convertí a la Bestia en rey de la jungla y al padre de Simba en el amante de Bella. El zapato que había perdido Cenicienta lo encontró Rapunzel y lo escondió entre su pelo. Bella tenía que llegar a casa antes de las doce o su príncipe se convertía en calabaza. El hada madrina, con su varita, era una luchadora de esgrima que tenía que vérselas con otro personaje, convertido en un vendedor de flores. Y los malvados estaban en su cueva en huelga de hambre reclamando un trato digno para los prisioneros. Al final, acabaron

Parecidos razonables

Mira con mis ojos / Pasado inmediato

Llevo varios días explorando el universo de Instagram. He llegado tarde a esta red social, pero creo que a tiempo para entrar a pleno pulmón y observar el modo en el que las imágenes dicen por sí mismas cosas que a los textos les costaría Dios y ayuda comunicar. Yo siempre he sido más escritural que visual y he confiado más en los textos que en las imágenes. Supongo que se trata de una actitud ante lo visible: en lugar de apresarlo con la cámara, espejarlo, reproducirlo o reconducirlo, prefiero filtrarlo, traducirlo o reconvertirlo a través de las palabras –toda una paradoja, dedicándome a una disciplina tan fascinada por lo visible como es la Historia del Arte–. Sin embargo, la exploración de la esta tendencia a escribir con luz –bueno, con píxeles– y, sobre todo, a contar la intimidad a través de las imágenes me está dejando claras muchas cosas sobre el modo en el que las imágenes se transforman en el mundo contemporáneo y sobre todo me está animando a reflexionar sobre el estatus de